lunes, diciembre 10, 2007

En la estación.

Había más espacio al fondo de la cafetería, pero me senté a tu lado. Un café antes de coger el autobús. Tengo tiempo y gracias a Dios he traído la radio. Las esperas sin lectura se me hacen desesperantes y me han cerrado el quiosco de la estación en las narices. Me quito un auricular para pedir el cortado, y me dejo quitado el del oido de tu lado para escuchar tu silencio.
Me gusta tu abrigo, te queda bien. Miro de reojo tu perfil. Una cara de rasgos finos, gafas y una graciosa coleta que recoge un precioso pelo negro.
Soy persona discreta. No abarco más de ti. Miradas furtivas que te vigilan de vez en cuando. Pero hay un ángulo que domino y disfruto durante apenas un par de minutos. Mantienes la mano derecha rodeando la taza, ya vacía, sobre la barra. Apenas te mueves. Uñas cuidadas, dedos largos y finos. Imito tu geso en mi vaso. Está muy caliente todavía.
Se acabó, te levantas y te vas. Te sigo con la mirada. Abres y cierras la puerta. No te vuelves. Ya no estás.