viernes, julio 11, 2008

Guía de claudicantes

Quizá perder la esperanza sea una liberación. Ser por fin consciente de la derrota, asumir sus consecuencias e intentar disfrutar de los restos del naufragio, que al fin y al cabo no son tan pocos ni de tan mala calidad.
Mientras pienso en ello, en una idea que casi se ha vuelto recurrente, me vienen a la memoria los tristes y dulces momentos de autocompasión, las sesiones de lamerse las heridas, a las que siempre sigue el runrún del nuevo bregar, la vida que te vuelve a llevar en volandas y no te deja pensar más que lo sanitariamente recomendable.
En el fondo del pozo debe de haber una cuerda. O un monasterio. Como haya que subir a pulso, me meto fraile, que ya no estamos para sesiones gimnásticas. Más bien para entrecavar la huerta y regar los rosales.
Fundemos la orden de los monjes claudicantes calzados. Retirados del mundo, destilando licores y haciendo bizcochos. Congregación mixta, of course.

2 comentarios:

Ana dijo...

Bueno... si es mixta...

Contemplaré la posibilidad.
Me pido tocar la campana a la hora de la cata de los licores esos que hay que destilar.

Un beso :)

scorts dijo...

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