lunes, febrero 12, 2007

Vaya con Epicteto

"Ningún hombre es libre si no es dueño de si mismo"

Epicteto

Que traidoras son las citas. Uno se pasa la vida discurriendo para ser un gran filósofo, y luego viene cualquier cantamañanas y te resume en una cita. A lo peor, incluso, una cosilla que se te ocurrió un lunes por la mañana de final de mes, despechado y triste. Aunque visto desde otro punto de vista, tampoco está mal que miles de años después de tu muerte todavía ronde por ahí algún legañoso comentario tuyo.

Esta frase se las trae, claro, Epicteto ya sabía lo que se hacía. Seguramente su concepto de la libertad era diferente del nuestro, al menos en el mundo occidental. Pero lo que si me parece más relativo es el significado de la segunda parte de la frase: ser dueño de uno mismo.

Ser dueño de uno mismo puede referirse a estar liberado de ataduras económicas, morales, sociales, familiares...

¿O atañe a la capacidad que cada uno tenemos de elegir las ataduras? Al final llego siempre a la gran palabra: voluntad. La libertad del ser humano depende de su voluntad. Todos podemos convertir el erial que nos rodea en un jardín.

Las Armas del Sol es el nombre de una taberna en una novela de Dickens. En ella no se explica su significado, pero es lo suficientemente sugerente como para haberme cautivado durante años. Mientras escribo me doy cuenta de que todo tiene que ver. El arma del Sol es su simple existencia. Sólo el tiempo es su juez. Igual que nosotros.

Comienzo la construcción de mi jardín. Soy su sol. El cronómetro está en marcha.

9 comentarios:

M dijo...

Rodrigo...la mejor arma del sol es que se hace imprescindible para todos sin depender de nadie...


Esa es una libertad creada a medida y desde la conciencia...

Saltar de eriales a jardines es una habilidad de voluntades, de ser capaz de imaginar lo imposible y ponerlo en marcha.

Supongo que en ocasiones, la voluntad y la intención no son suficientes, y zas...algo sale mal.

Pero queda el sabor dulce de creer en el intento.

Con un jardinero así, no puede fallar...


B x C

Ana dijo...

Biennnn!!!
Biennnn!!!

Me alegro de verte.
Y me alegro de que seas un jardín.
Florece, amigo.

El nombre de tu blog, sólo por la sonoridad que tiene, ya es hermoso.

Y tú lo haces más contundente con cada post. Así que venga, danos alegrías de vez en cuando.

Sé dueño de ti mismo en todos los aspectos, y así despejas las dudas innecesarias.

Un beso grande.

Rodrigo Rincón dijo...

Creo, doña Ofelia, que acierta en todo. Al final el secreto quizá esté en comprender que la felicidad está más en el intento que en el logro, en el camino más que en el destino.
Nunca se acaba de cuidar un jardín, como de limpiar una casa...
Gracias por tus palabras.

Rodrigo Rincón dijo...

El lenguaje de los árboles es el mismo que el del sol, ya lo sabes. Pero a veces, las raices no se enteran de que hace un día radiante ahí fuera...
Por cierto, que soy un haya carnívora que se va a cepillar en breves momentos un bocata de longaniza. ¡Viva el jueves lardero!

Ana dijo...

Estoy de acuerdo.
Las raices pueden no darse cuenta. Pero las hojas trabajan para proporcionarle lo que le falta...se suplen las carencias.

Cada parte tiene una función que complementa al organismo. Imprescindibles todas.

Dale caña a la longaniza, haya carnívora! Buen provecho!
Beso.

La Dama De Enero dijo...

y ahora que te cuento yo?
Si no tienes ganas de ser frustrado jamás en tus deseos, no desees sino aquello que depende de ti... eso tb. es del susosicho Epicteto... pero ya ves que mala suerte la mia... yo creo en el Destino y me juega cada una...
Saluditos desde el 13.

Rodrigo Rincón dijo...

Entre el destino y el deseo estamos nosotros. Lo suficientemente condicionados como para limitar nuestra capacidad de maniobra, pero conservando algo de libre albedrío.
Epicteto era muy razonable. Mucho más que la negación del deseo budista, tan alejada a mi parecer de la naturaleza humana.
Gracias por tu visita, Dama.

La Dama De Enero dijo...

Llevo 37 años respirando el Cierzo.
A veces lo he cambiado por otros Aires y me han llenado los pulmones de unos monóxidos peligrosos.
Me gustaria volver a los Vientos de cercanias, pero no debo ser la Hoja que se deja mover cuando soplan.
Seré la brujita de una veleta. Quizás así, el Cierzo me roce.

Rodrigo Rincón dijo...

Dama, tus palabras son enigmas de lenta digestión.
Ya sabes que en las veletas también suele haber gallos, y el cierzo no suele distinguir.
Todo el tiempo es pasado. Hay que convertir los vientos de ahora en vientos de cercanías. La nostalgia no mueve las hojas, como mucho las adormece.
Soplo un poco desde aquí, brujilla.